- Territorio Anfitrión
- Posts
- La historia de cómo un anfitrión me dejó tirado en la calle
La historia de cómo un anfitrión me dejó tirado en la calle
Que te hará replantear tu proceso de check-in
Viaje a Barcelona. Cinco amigos. Muchas ganas de fiesta… y un check-in que nos arruinó la tarde.
Esta historia te interesa:
Octubre de 2018. Unos amigos y yo nos vamos a Barcelona.
Nada especial.
El típico viaje de unos chavales de 20 años que se van unos días a beber de todo menos agua.
Pero tranquilo, hoy no vengo a contarte batallitas de borrachera (eso lo dejamos para otro día).
Lo que te quiero contar es nuestra experiencia con el Airbnb que reservamos.
Aterrizamos en el aeropuerto de Barcelona sobre las 14 horas. Hacía un sol radiante. El check-in lo teníamos previsto para las 15 horas.
En el autobús, de camino al apartamento, me llega un mensaje:
“Hola, soy María del apartamento Barcelona. Lamento informarte de que ha surgido un imprevisto y no voy a poder estar en el apartamento hasta las 17h. Disculpa las molestias.”
Genial.
Cinco chavales, sentados en un parque al lado del apartamento, rodeados de maletas y con cara de tontos. Dos horas de espera.
Menos mal que por lo menos hacía buen tiempo…
Bueno.
A las 17:30 h, por fin, recibo un mensaje de María:
“Ya estoy en el apartamento, podéis subir.”
Nos acercamos al portal, toco el telefonillo, se abre la puerta, subimos las escaleras… y allí está ella, esperándonos con una sonrisa.
“¡Hola! Soy María. Pasad, bienvenidos.”
Entramos.
Nos hace un pequeño tour por la casa, hasta que llegamos al salón-comedor.
Nos sentamos y empieza a contarnos las normas de la casa, saca un mapa de la ciudad, nos recomienda lugares de interés…
En fin, media hora larga contándonos cosas.
La pobre lo hacía con toda su buena intención, pero lo único que queríamos era que se fuera, instalarnos y salir a disfrutar.
Esta breve experiencia personal te la cuento para que veas el valor que puede aportar un acceso autónomo a tu vivienda vacacional.
Ahora imagina lo contrario:
Llegamos a las 15h. Abrimos la caja de seguridad con las llaves, entramos, dejamos las maletas… y en 10 minutos estamos disfrutando de Barcelona.
Sin esperas. Sin molestias.
María podría haber dedicado su tiempo a otras cosas más importantes.
Nosotros habríamos empezado las vacaciones de buen humor.
Todos habríamos ganado.
Espectacular.
Pero no.
Estuvimos casi tres horas tirados en la calle, perdimos toda la tarde y empezamos con mal sabor de boca el viaje.
A nosotros, que éramos unos chavales que lo único que nos preocupaba era dónde íbamos a salir de fiesta esa noche, no nos importó mucho.
Pero imagínate que es una pareja con dos hijos que se van de vacaciones para relajarse y tienen que estar ahí tres horas tirados, cargando con todas las maletas, el bebé llorando, el hijo mayor aburrido dando pataletas... y encima tienen entradas para ver El Rey León esa misma tarde.
Menudo drama.
Si no ofreces una buena experiencia de check-in, empiezas el partido perdiendo 0-1.
Y vas a tener que remontar.
Eso es jodido.
Mejor ofrecer una experiencia impecable desde el principio y empezar ganando 1-0.
¿No crees?
Por eso te propongo esto:
Si te ha hecho pensar esta historia, compártela con otro anfitrión.
Porque si a ti te ha servido para replantearte el check-in, a alguien más también le puede abrir los ojos.
Y a lo mejor, gracias a ti, el próximo huésped no tiene que esperar tres horas en la calle con las maletas.
Solo reenvíala o copia el enlace y mándaselo por wassap.
Un gesto pequeño pero que puede marcar la diferencia.
Que tengas un buen día,
Xisco
P.D. En el próximo email te contaré un error invisible que te hace perder dinero y que mucha gente suele pasar por alto.